CHAPARRO VALDERRAMA, HUGO
Si el cine es, ante todo, montaje, como quería Sergei Eisenstein, este libro no sólo es un homenaje a dicha idea, sino que supone, si se quiere, la primera piedra de una necesaria memoria que ha de irse construyendo en Colombia: la de la historia de su cinematografía, de las películas que nos antecedieron, y de las que, estará de acuerdo el lector, dependió la buena fortuna de un cine cada vez más consolidado y adulto, como lo demuestran los premios internacionales a películas como La tierra y la sombra, de César Acevedo; o El abrazo de la serpiente, de Ciro Guerra.
En estas páginas, que se pueden abrir al azar como un álbum, yendo y viniendo de década en década, se tejen sutiles relaciones. Comprender, por ejemplo, que Colombia magia salvaje, la película de mayor asistencia en el país sobre un tema colombiano, no es un accidente: en la década de los cincuenta, un hombre llamado Camilo Correa intentó algo parecido, con la mala fortuna que su empresa era tan ambiciosa que en la primera función debió montar en vivo una película que fue abucheada por la audiencia y condenada a los fondos del río Medellín. Colombia linda, como se llamaba aquella película insaciable, es sólo una de las centenas de anécdotas que ha recogido, con la paciencia del montajista, el escritor y crítico cinematográfico Hugo Chaparro Valderrama.
De los albores de una industria que intentó cumplir con la cuota nacional de adaptaciones María, de Alfredo del Diestro y Máximo Calvo; Aura o las violetas, de Pedro Moreno Garzón y Vincenzo di Domenico a la promesa del futuro del siglo XXI, en los que la tecnología y la paciencia dotaron de inteligencia a una generación de cineastas que crecieron viendo cine. Y en el intermedio, como se decía en las funciones de antaño, hay miles de cuentos por contar. Película a película, con su propia voz, o en la de otros, Hugo Chaparro celebra los cien años del cine colombiano, de la mano de la mayoría de edad de Proimágenes, y los treinta de la fundación Patrimonio Fílmico Colombiano.
El cine, lo sabrá quien se atreva a abrir estas páginas, es un milagro, y lo es más en el país del Sagrado Corazón.