BORGES, JORGE LUIS / LOVECRAFT, H. P. / PAPINI, GIOVANNI / WOOLF, VIRGINIA / BIOY CASARES, ADOLFO
«La literatura está plagada de miles y miles de objetos, necesarios para recrear los mundos que proponen los escritores. Ninguna lista de los más habituales o relevantes, si tal cosa existiese, podría omitir el espejo. En el fondo, representa más que un simple objeto: es otro mundo.»
Juan Tallón, El País
«Magnífica selección de textos de ficción, ensayo y otras disciplinas. Una selección que es, en realidad, un paseo por nuestra civilización a través de la búsqueda del yo, desde el reflejo de nuestros antepasados en los lagos y los primeros azogues de cobre.»
Laura Ferrero, ABC Cultural
«Antología que reúne los mejores relatos de espejos de la historia. Con un prólogo de Andrés Ibáñez, que describe la significación de este objeto.»
Javier Ors, La Razón
«Todas las propuestas antologadas de estos grandes escritores resultan sugestivas y gustarán a unos u otros en función, no sólo de sus preferencias literarias, sino también de su personalidad y, por qué no, de sus terrores íntimos.»
Ricardo Lladosa, El Heraldo de Aragón
«El espejo es quizá el único objeto verdaderamente metafísico que conocemos; el único objeto verdaderamente mágico; es un objeto que duplica el mundo, que crea un mundo paralelo; como el arte; como nuestra mente.»
Agencia Efe
«Asombra también la cantidad de autores, desde Ovidio en adelante, que han escrito acerca de lo que pasa cuando uno se asoma a ese inquietante pedazo de cristal que una vez pintado de azogue por uno de sus lados se convierte en una suerte de ventana abierta al infinito.»
Javier Fernández de Castro, El Boomerang
«Este libro es recomendable para todo tipo de lector, para recorrer el tema literario del espejo mediante sus grandes hitos. El espejo es aquí tomado desde distintos ángulos.»
Pedro Pujante, Culturamas
«La generosa introducción de Ibáñez, que no elude la evocación autobiográfica y vale por una completa monografía, repleta de pistas no recogidas en la selección, trata en profundidad de un motivo que como es sabido fascinó a Borges.»
Ignacio F. Garmendia
Desde el reflejo de nuestros ancestros en las aguas tranquilas de un lago hasta los primeros azogues de cobre o la imagen que de nuestro propio rostro recibimos a diario, el espejo ha sido siempre un objeto cautivante cuyo poder nos fascina y nos somete. Los espejos deforman e invierten, pero también revelan lo que somos y duplican lo que vemos. La literatura y las diversas mitologías de la Antigüedad nos abrieron puertas a otros mundos como el de Alicia o el escudo contra la Medusa. De la vanidad medieval al autoconocimiento renacentista, de la superstición al infinito establecido entre dos espejos enfrentados, esta antología recorre las luces y sombras de nuestra naturaleza al descubierto.
Ordenada cronológicamente, esta selección de textos, que tiene en cuenta la ficción, el ensayo y otras disciplinas, arranca, tras uno de los Sonetos a Orfeo de Rilke, con el mito de Narciso que Ovidio asentó hace dos mil años. A continuación viene el espejo gnóstico del Himno de la perla, del siglo XI, y un fragmento agorero de las crónicas de Fray Bernardino de Sahagún. Los espejos del romanticismo aparecen representados por dos maestros del relato, E. T. A. Hoffmann y Edgar Allan Poe, además de por la ineludible Blancanieves de los hermanos Grimm. La comicidad de Juan Valera, lo trágico en Lafcadio Hearn y el terror de Edogawa Rampo nos traen reflejos del Japón. Arthur Quiller-Couch precede a narradores de primer orden como Marcel Schwob, Leopoldo Lugones, Giovanni Papini, G. K. Chesterton o H. P. Lovecraft, en una colección que incluye a su vez varias rarezas: el magnífico primer capítulo de la novela El regreso de Walter de la Mare y sugerentes fragmentos de El doble de Otto Rank, El basilisco de Viena de Willy Ley o ese tratado de ciencia ficción antigua que es el texto de Jurgis Baltruaitis sobre los espejos de Arquímedes. Virginia Woolf, Danilo Ki, Isaac Bashevis Singer, Goran Petrovic y Angela Carter son otras de las grandes voces recogidas sobre el tema.?Tampoco podían faltar Adolfo Bioy Casares y Jorge Luis Borges, el genio ciego obsesionado con el misterio «abominable» del reflejo duplicador.