APARICIO, MARIA CRISTINA
Toti tiene una cualidad que le ha causado muchas enemistades: con los ojos puede decirles a los demás lo que piensa de ellos. Así, únicamente por culpa de una mirada, su madre la bota de la casa. De cualquier manera era insoportable estar allí luego de la tragedia que le ocurrió a su hermano. La muchacha termina viviendo en un establo donde Ígor, un joven lleno de problemas también, trabaja como matarife. La muerte lenta de las reses en las mañanas confunde a Toti, que se culpa a sí misma y a los demás por no haber evitado el final de su hermano. En ocasiones la vida suele pesar demasiado. Pesa como mil novecientas cuatro vacas en la espalda. Sin embargo, el tiempo y su amistad con Ígor y otros personajes entrañables hacen que la protagonista descubra que se pueden lanzar las cargas absurdas por la borda. Esta es la historia de un suicidio y de la búsqueda del sentido de la existencia.